sexta-feira, 6 de março de 2015

MONICA BRUCKMANN ANALISA CON EXTREMO RIGOR LOS FUNDAMENTOS GEOPOLÍTICOS DE LAS LUCHAS ACTUALES EN AMÉRICA LATINA EN ENTREVISTA AL PERIÓDICO ENERGIA BOLIVIA.

MEU CARO LEITOR. VOCÊ PENSA QUE NA BOLÍVIA NÃO SE PRODUZ CONHECIMENTO. LEDO ENGANO. BOLÍVIA É UM DOS MAIS IMPORTANTES CENTROS DE CONHECIMENTO. SOBRE A REVISTA MENSAL ENERGIA BOLIVIA VEJA O QUE PENSA O DIRETOR INTERNACIONAL DA REPSOL, EMPRESA ESPANHOLA DE ENERGIA QUE ATUA EM VÁRIAS REGIÕES DO MUNDO:




 

 

Mónica Bruckmann:

Es posible garantizar flujos continuos de energía a partir del litio


 

América del Sur tiene un potencial “colosal” de recursos hídricos para la generación de energía renovable limpia, pero, además de ello, cuenta con la posibilidad de desarrollar grandes reservorios de energía que garanticen un flujo continuo a partir del litio; un mineral de gran densidad energética, que permitiría superar la principal dificultad de este tipo de energía que es su alta dependencia a factores climáticos, nos dice en este diálogo Mónica Bruckmann. Todos los temas abordados tienen, sin duda, respuestas de un alto rigor conceptual.


Vesna Marinkovic U 

1 ¿Qué le hace afirmar que la innovación tecnología actual está inmersa en una dinámica destructora de antiguos sistemas tecnológicos para crear nuevos que sustenten un modelo de producción dominante?


El análisis histórico de la dinámica de la economía mundial, que muestra el carácter cíclico de su comportamiento. La ciencia económica se ha visto obligada a desarrollar instrumentos de análisis capaces de dar cuenta de la complejidad de los procesos económicos del mundo contemporáneo y uno fundamental es el enfoque de los ciclos económicos articulados a ciclos tecnológicos. Fenómenos simples como el producto nacional no necesitaban de gran sofisticación instrumental para ser medidos ni largos periodos de tiempo para ser observados. En general, son cálculos anuales. Sin embargo, procesos más complejos como el crecimiento económico sólo pueden ser medidos y analizados a través de un periodo de tiempo más amplio y a partir de un enfoque cíclico que articula una multiplicidad de variables que determinan el proceso.


Así, surgieron nuevas matrices analíticas para estudiar la coyuntura económica a partir de los ciclos e interciclos de duración variable, que van de 10 a 25 y hasta 50 -70 años, como es el análisis de las ondas largas de la economía mundial propuesto por Nicolai Kondratiev. Este enfoque se articula a una visión más amplia del funcionamiento de la economía mundial. En la sucesión de esas ondas largas se identifican cada vez con mayor nitidez los periodos de crecimiento económico como periodos de incorporación maciza de innovaciones tecnológicas, en general introducidas en los periodos de depresión o de recuperación, que luego se difunden y expanden en las fases de crecimiento económico. Las crisis que caracterizan el final de cada ciclo largo, u onda larga de la economía, están vinculadas a la introducción de nuevos paradigmas tecnológicos que se caracterizan por la emergencia de nuevas ramas de la producción y cambios en el propio sistema productivo. Esta matriz analítica nos permite enfocar los fenómenos económicos desde una perspectiva histórica de duración variable, lo que aporta una herramienta metodológica importante para pensar los procesos sociales como sistemas complejos y multidimesionales.


Sin embargo, fue Joseph Schumpeter quien desarrolló el concepto de “destrucción creadora” para explicar la naturaleza de la transformación económica permanente del capitalismo. Para él, el impulso fundamental que mantiene en funcionamiento la máquina capitalista proviene de nuevos bienes de consumo, de nuevos métodos de producción o transporte, de nuevos mercados y de nuevas formas de organización industrial creadas por la empresa capitalista. Es decir, proviene de su capacidad de innovación. Este proceso de destrucción creadora, es definido como la capacidad de transformación industrial que “revoluciona incesantemente la estructura económica desde dentro, destruyendo incesantemente lo antiguo y creando elementos nuevos”. El proceso como un todo es continuo, en la medida en que siempre está en desarrollo una revolución tecnológica o la absorción de los resultados de una revolución, ambos formando parte de un “ciclo económico”.


La competencia por nuevas mercaderías, nuevas técnicas, nuevas fuentes de insumos, nuevos tipos de organización, determina la superioridad decisiva en relación al costo o la calidad de la producción, e impacta, no simplemente el margen de lucro de las empresas existentes, sino la propia capacidad de existir de las mismas. La empresa capitalista necesita innovar insesantemente, como única garantía de sobrevivencia.


Un ejemplo muy interesante de esta dinámica es el caso de la empresa IBM, que durante décadas ocupó el liderazgo mundial en la producción de máquinas de escribir. La invención del micro computador y su masificación en el mercado desde fines de los años 70 e inicios de los 80 produjo un impacto muy grande en este sector. La IBM no consiguió incorporar la innovación del nuevo ciclo tecnológico e introdujo en el mercado máquinas de escribir electrónicas, que disponían de memoria de apenas algunas líneas e inclusive algunas páginas. Sin embargo esta tecnología fue totalmente devorada por la informática y la superioridad tecnológica del micro computador que marcaba un nuevo ciclo de innovación, y con ella, se destruyó todo el complejo industrial de la producción de máquinas de escribir, que ahora son vistas como piezas de museo. Es decir, toda innovación tecnológica significa la creación de nuevos complejos tecnoindustriales y al mismo tiempo, la destrucción de los sistemas anteriores.


2 En este marco, ¿se podría interpretar la innovación tecnológica demandada para enfrentar el cambio climático como una arista de la dinámica de “destrucción creadora” de este modelo de producción?


Sin duda, uno de los aspectos más dramáticos del modelo de producción dominante es el impacto ambiental que este produce.


Ya no es posible seguir pensando que la gestión ambiental pueda dejarse en manos de las empresas y sus “políticas de responsabilidad social/ambiental”. Es evidente que la gestión ambiental de la actividad económica, y principalmente de la actividad extractiva, supera cualquier iniciativa privada y debe ser colocada al más alto nivel político del Estado y de los organismos interestatales. Esto significa inversiones importantes en innovaciones científico tecnológicas orientadas a disminuir el impacto ambiental de la actividad económica a los menores niveles posibles; a la recuperación de la devastación ambiental acumulada; a la regulación y normatización de las actividades extractivas y su impacto en la naturaleza.


Ciertamente, esto exige un enfoque sistemico de la naturaleza, una visión que rescate la dimensión regional y continental de los ecosistemas, de los pisos ecológicos y de las cuencas hidrográficas. Las tecnologías de medición del impacto ambiental de los proyectos mineros, por ejemplo, están muy lejos de este enfoque. En América Latina se emplean técnicas de extracción minera que, por sus efectos devastadores, han sido erradicadas en otros lugares del planeta, como es el caso de la minería a cielo abierto, cuya capacidad de degradación de la naturaleza es colosal.


La minería de oro en el Perú, país que ocupa el quinto lugar en la produción mundial de este metal, es un ejemplo dramático de este proceso: para producir un gramo de oro es necesario triturar dos toneladas de rocas, con el agravante que en el principal yacimiento de oro del país, Conga, ubicado en la región de Cajamarca, el oro se encuentra incrustado en las rocas que forman el lecho de los principales lagos y lagunas de agua dulce de esta región. Diez años de minería a cielo abierto han producido una devastación del paisaje sin precedentes, han destruido la principal laguna de agua dulce de la región, Yanacocha, y han contaminado la cuenca hidrográfica del norte del país que incluye el río Marañón, principal afluente del río Amazonas. Esto significa, ni más ni menos, impactar el conjunto de la selva amazónica y el territorio de los ocho países que la conforman. En este contexto, ¿podemos pensar en una política eficiente de preservación de la Amazonía a partir, únicamente, de políticas nacionales?


Este ejemplo muestra que la gestión ambiental de los recursos naturales encierra una gran complejidad, que incluye, no sólo el desarrollo científico tecnológico como un instrumento poderoso para disminuir el impacto en la naturaleza, sino también el papel planificador, gestor y regulador del Estado y de los organismos supranacionales de los cuales éstos forman parte. La preservación de la Amazonía no puede ser pensada únicamente a partir de políticas nacionales de cualqueira de lo países que la conforman, sino fundamentalmente a partir de una gestión consesuada de los países amazónicos y de los pueblos y nacionalidades que en ella habitan. He aquí uno de los grandes desafíos de UNASUR.


PERFIL
Socióloga, doctora en ciencia política, profesora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (Brasil), investigadora de la Cátedra y Red Unesco/Universidad de las Naciones Unidas, sobre Economía Global y Desarrollo Sustentable-REGGEN, y asesora de la Secretaría General de UNASUR.


3¿Esto quiere decir que la demanda de inversión en tecnología limpia para revertir los daños del cambio climático, es parte de esta dinámica?


Esto no es una consecuencia natural del proceso o parte de la dinámica per se sino, fundamentalmente, una decisión política de los gobiernos y de los Estados. La experiencia histórica muestra que el mercado y las empresas por sí solas son incapaces de enfrentar estos problemas. Es indispensable el rol planificador y regulador del Estado, que incluye, ciertamente, la inversión en ciencia y tecnología para revertir el impacto negativo en el medio ambiente. No existe un solo ejemplo en la historia reciente de un proyecto científico de gran envergadura sin un financiamiento macizo del Estado. Esto no significa que todo emprendimiento científico sea estatal. Nada de esto. Lo que queremos mostrar es que el Estado tiene un papel indispensable para promover, financiar y orientar el desarrollo científico de un país y, dependiendo del peso de este país en el sistema mundial, de la economía mundial en su conjunto.


América Latina y particularmente América del Sur tiene condiciones naturales inigualables para, por ejemplo, producir energía renovable y limpia (hay que tener en cuenta que no toda energía renovable es limpia, es el caso del uso de la leña en los hogares, como ocurre en algunos países de América Central). América del Sur detenta casi el 30% de los recursos hídricos del planeta, lo que representa enormes posibilidades de incrementar la producción de hidroelectricidad a través de proyectos transfronterizos de gran envergadura. Por su condición de región tropical, gran parte del subcontinente tiene un potencial gigantesco para producir energía fotovoltaica, cuyos costos son cada día más reducidos. Además, gran parte de los acuíferos de la región tienen reservas de agua subterráneas a altas temperaturas, entre 50 y 60 grados centígrados, lo que permitiría producir energía geotérmica. Los vientos antárticos en el cono sur, de ser aprovechados en toda su magnitud, permitirían abastecer el 100% del consumo de energía de toda la región, como indican algunas estimaciones técnicas. A esto se suma el potencial existente para la producción energética a partir de biomasa.


Además de este potencial colosal, la región cuenta con un elemento que le permitiría superar la principal dificultad que representa la producción de energía limpia, es decir, el hecho de que se produce a partir de fuentes altamente dependientes del clima, lo que impide un flujo energético continuo: el día que no hay sol, no se puede captar energía fotovoltaica o la ausencia de vientos disminuye la capacidad de producir energía eólica.


“…un sistema capitalista “saludable” necesita de consumidores y no de un ejército de miserables y excluidos del mercado…”



Nos referimos a la posibilidad de desarrollar grandes reservorios de energía que garanticen un flujo continuo a partir del litio que, como sabemos, es un mineral de gran densidad energética. Esto significa que pequeñas unidades de peso pueden almacenar grandes cantidades de energía. América del Sur posee aproximadamente 64% de las reservas mundiales de litio, gran parte de las mismas en territorio boliviano (sobre este tema, ver artículo de mi autoría publicado en ENERGÍABolivia, Número 06, Octubre de 2013)
Sin embargo, aprovechar todo este potencial energético sólo es viable a partir de una visión estratégica regional y a través de políticas y proyectos continentales en el marco de una amplia integración y colaboración científica, tecnológica, económica y política.
4Usted dice que todo esto es parte de un impulso fundamental que mantiene en funcionamiento el sistema capitalista, ¿significa esto que el modelo de producción capitalista goza de muy buena salud?


Creo que el sistema capitalista está pasando por una reestructuración profunda. Tal vez una de las transformaciones más evidentes sea la decadencia de un sistema hegemónico unipolar que abre paso a una hegemonía compartida, donde China, Rusia, India, Brasil y África del Sur tienen una capacidad creciente de impactar y definir la dinámica del sistema mundial. Pero junto a las llamadas potencias emergentes se desarrollan espacios de influencia a ellas articulados, regiones enteras cuyo dinamismo econónico está redefiniendo la geopolítica contemporánea.


Otro aspecto que parece evidente es la decadencia del pensamiento económico neoliberal, que insiste en defender el llamado Estado mínimo -“cuanto menos Estado, mejor”- y el papel regulador del mercado en la economía mundial. La crisis financiera iniciada en 2008 evidenció también la crisis de una teoría económica que lejos de ser un instrumento analítico se había convertido en una ideología cuyo principal objetivo era defender los intereses del capital financiero especulativo y sus operadores a nivel planetario.


La expansión de las multinacionales, transnacionales y empresas globales conducen a desequilibrios crecientes que desarticulan la economía mundial. El mismo capitalismo que es capaz de producir fuerzas colosales de creación e innovación, necesita destruir dramáticamente aquello que produce y la propia base natural en que produce para garantizar el proceso de acumulación. Esta cuestión nos coloca frente a uno de los dilemas más profundos de nuestro tiempo: la necesidad de pensar los ciclos de innovación científico-tecnológicos en relación al uso, transformación, apropiación y consumo de los recursos naturales y, al mismo tiempo, la relación de éste proceso con la naturaleza y el ambiente. Estamos convencidos de que la forma en que esta relación se encamine, representa una cuestión estratégica para la civilización humana planetaria.


Nunca antes en la historia de la humanidad, la riqueza producida en el planeta estuvo concentrada en tan pocas manos. Según el informe “Credit Suisse 2013 Wealth Report”, el 0,7% de la población concentra 41% de la riqueza mundial.


No es casual que desde el propio centro del sistema capitalista mundial, desde sectores más alertados del pensamiento conservador, se esté haciendo un llamado para un nuevo pacto global orientado a disminuir las gigantescas brechas en la distribución de la riqueza, a erradicar la miseria y disminuir la pobreza en el mundo. A fin de cuentas, un sistema capitalista “saludable” necesita de consumidores y no de un ejército de miserables y excluidos del mercado. Esta suerte de “neo-progresismo” en el mundo se desarrolla en un contexto muy complejo que involucra una diversidad de intereses en juego: de un lado la necesidad de recuperar la gobernabilidad del capitalismo mundial frente a las grandes tensiones creadas por el caos generado por el mercado y el capital financiero a nivel mundial y, de otro lado, un conjunto de proyectos y propuestas post capitalistas que surgen a partir de una creciente participación y presión popular que ha desbordado el propio sistema político vigente y su institucionalidad para inventar nuevas formas de Estado y nuevos contenidos para la democracia como sistema político. Se trata de proyectos que, en su gran mayoría, surgen a partir de visiones civilizatorias muy distintas y con perspectivas de construir horizontes de futuro propios.


“La preservación de la Amazonía no puede ser pensada únicamente a partir de políticas nacionales de cualquiera de lo países que la conforman, sino fundamentalmente a partir de una gestión consesuada de los países amazónicos…”



5¿Estamos, entonces, como usted lo dice, en una dinámica concreta de creación de nuevas mercancías, nuevas técnicas, nuevos insumos, pero, también de nuevas formas de organización?


Definitivamente. Existe una relación sistémica entre la ciencia, la tecnología, los complejos industriales y las formas de organización necesarias para gestionar el proceso en su conjunto.


Las grandes innovaciones en los sistemas de comunicación que, al mismo tiempo que han concentrado diversos canales en grandes consorcios (radio, televisión, portales de internet, telefonía, periódicos y revistas), han incrementado dramáticamente el volumen de información que transmiten y han convertido el tiempo de transmisión en prácticamente cero. Esto genera nuevas demandas y nuevos sistemas de organización de la producción industrial, de la producción intelectual, de la información y difusión, de la gestión y análisis de los dados y, en buena cuenta, del modo de vida de la civilización humana.


En términos de la producción industrial, podríamos decir que al fordismo y a la automatización de las líneas de producción, ha seguido la “automación” o robotización de la producción. Esto ha incrementado exponencialmente la productividad del trabajo, la capacidad de producir muchísimos más bienes a precios cada vez menores y en menos tiempo. Estos robots, que frente a cualquier colapso sistémico son capaces de auto regularse, han impactado profundamente las formas de organización industrial y, al mismo tiempo, son producto de estas nuevas formas organizativas. Las llamadas “tecnociencias”, es decir, la ciencia que tiene un desarrollo técnico concreto y la técnica que se enmarca en una visión científica, ha creado un nuevo tipo de trabajador, muy diferente de aquel producido por el fordismo. Este trabajador tiene un conocimiento profundo del proceso productivo en su conjunto y es capaz de comandar los robots que actúan en los complejos industriales.


6En este marco, usted afirma que siempre está en desarrollo una revolución industrial, ¿qué tipo de revolución industrial estamos viviendo en este momento?


Dos grandes proyectos científico tienen el potencial de impactar una revolución industrial actualmente. Por un lado el Laboratorio Europeo de Física de Partículas, conocido por sus siglas en inglés como CERN, que tiene por objetivo, ni más ni menos, el de reproducir el momento mismo de creación del universo, es decir, el momento de creación de la materia. Este experimento científico gigantesco consiste en producir, a través de un túnel circular de 30 kilómetros de longitud construidos a 100 metros de profundidad alrededor de la ciudad de Ginebra, la colisión de partículas a niveles de energía nunca antes experimentada, de tal manera que, en laboratorio, se produzcan las condiciones del llamado Big Bang que creo toda la materia del universo.


No sabemos cuáles puedan ser las consecuencias de reproducir el momento de creación del universo y de la capacidad de crear nueva materia, pero estamos convencidos de que tal conquista científica va a revolucionar la propia civilización humana y con ella, sus formas de producir, de consumir y de vivir.


A pesar de que se trata de un laboratorio de física de altas energías, a penas 30% de los más de diez mil científicos y técnicos que colaboran con él son físicos. El 70% restante está compuesto por ingenieros de las más diversas áreas de la producción, informáticos, especialistas en gestión de información, etc. Este laboratorio constituye uno de los mayores centro de innovación del mundo. Cada actualización de los colisores, instrumentos y equipos significa innovaciones que ya están siendo aplicadas en la producción de nuevos materiales, de equipos médicos de alta eficiencia, en la industrialización de alimentos, etc.


Dos grandes proyectos científicos tienen el potencial de impactar una revolución industrial actualmente...”



Tal vez sea poco conocido, pero uno de los inventos del CERN que más ha impactado la sociedad contemporánea es el www a través de la internet. Este sistema fue creado para resolver uno de los principales problemas del CERN: permitir que miles de científicos trabajen en línea e interactúen en proyectos científicos desde sus lugares de residencia alrededor del mundo.


Otro de los grandes proyectos científicos está volcado para el conocimiento cada vez más profundo de la vida. Los grandes avances en el ámbito de la genética están permitiendo a los científicos crear nuevas formas de vida en laboratorio, como ocurrió en 2010, cuando un grupo de científicos estadounidenses crearon una bacteria sintética, cuyo objetivo era, en aquel momento, ayudar a revertir la contaminación del derramamiento de petróleo en el Golfo de México.


El conocimiento del cosmos, de la materia y de la vida está permitiendo a la humanidad “apropiarse del poder de dios”, es decir, crear nuevas formas de vida y producir nueva materia. Pero al mismo tiempo, está desarrollando una capacidad sin precedentes de destruir la propia vida y el planeta. La cuestión es cómo y al servicio de quien se coloca esta fuerza colosal que la humanidad está creando a partir del desarrollo científico y tecnológico. La conclusión lógica y evidente parece ser que todo este poder debe estar al servicio de la vida y del hombre como parte de la naturaleza. Sin embargo, la lógica de la guerra y de la destrucción es una amenaza permanente…


7¿Cómo debería analizarse las consecuencias de esta onda de innovaciones tecnológicas en América Latina?


Para responder la pregunta es necesario analizar la actual onda de innovación basada en la microelectrónica que, a diferencia de los ciclos anteriores de innovación que transformaban el sistema productivo en su conjunto, desde la base energética hasta el transporte y consumo final; impactan, fundamentalmente la organización de la producción, el proceso de trabajo y la división social del trabajo


La Revolución Industrial y el surgimiento del proletariado consolidaron la economía capitalista y transformaron profundamente la sociedad occidental. Las ondas tecnológicas siguientes cambiaron todo el perfil del sistema productivo pero no alteraron significativamente la estructura de la sociedad capitalista. Sin embargo, la actual onda de innovación tecnológica, a través del proceso de automatización y robotización, tiene la capacidad de afectar la base de la sociedad contemporánea de forma similar al impacto causado por la Revolución Industrial del siglo XIX, constituyendo un proceso “irreversible” y que tiende a acelerarse.


¿Cuáles son los elementos que explican la dinámica del ciclo de innovación actual que tiene consecuencias tan profundas para el mundo contemporáneo y que lo diferencian de los ciclos anteriores? En primer lugar, su lógica económica que permite una mayor producción a menor costo y, en segundo lugar, que la automación es un fenómeno que permite satisfacer las más antiguas aspiraciones de la humanidad, es decir, la liberación del ser humano del trabajo bruto y rutinario.


...elaborar una visión estratégica y una estrategia de aprovechamiento de los recursos naturales...”



Uno de los estudiosos más serios de este proceso y su impacto en América Latina, Amílcar Herrera, sostenía que el impacto en América Latina del ciclo anterior de Kondratiev, que se inicia con el fin de la recesión de los años 30 y que culminó en los años 60, significó un periodo de “modernización” en la región y en general en el llamado Tercer Mundo, correspondiente a la introducción de la onda de innovaciones asociadas a este ciclo a través, básicamente, de la expansión de las multinacionales.


Así, la estrategia de las multinacionales al difundir estas tecnologías estuvo asociada al objetivo de expansión del mercado mundial, al implementar una nueva división internacional del trabajo, que les ofrecía dos ventajas importantes: primero, que era un proceso simple, porque representaba la traducción mecánica de la concepción originada en los países desarrollados y, segundo, parecía asegurar un crecimiento económico sin cambios esenciales en la estructura social y económica predominante en los países de la región.


De esta manera, el modelo de industrialización ampliamente difundido en la región fue conducido fundamentalmente para atender las necesidades de las burguesías y de las clases medias con los mismos patrones de consumo de los países centrales. A fines de este periodo, es decir, a inicios de los años ochenta, el resto de la población en cada uno de los países de la región permanecía en situación similar, o peor que en el pasado, con excepción, tal vez, de los países del cono sur.


Herrera muestra claramente que la onda de innovación asociada al ciclo anterior no consiguió mejorar la distribución de riqueza, como sí ocurrió en los países centrales. Consecuentemente, mientras que los países más desarrollados entraron en una era postindustrial, los países de América Latina sufrieron el impacto de la nueva onda de innovación tecnológica sin haber conseguido los beneficios del ciclo anterior.


Para Amílcar Herrera el fracaso de América Latina en beneficiarse totalmente de la onda anterior de Kondratiev, se debió al hecho de que las fuerzas sociales hegemónicas fueron incapaces de actuar, o actuaron con mala fe, al implementar los cambios socio-institucionales necesarios, pues la estrategia para enfrentar un nuevo ciclo implica la introducción de un conjunto de transformaciones radicales en las estructuras socio-institucionales.


El impacto de la nueva onda tecnológica iniciada en los años ochenta en América Latina, permite observar con mayor claridad los desafíos científicos y tecnológicos de la región en el marco de proyectos estratégicos de desarrollo que incorporen los intereses de las grandes mayorías, de los nuevos sujetos sociales y políticos emergentes como parte de un proceso de afirmación histórica y civilizatoria que recupera una visión milenaria de relación armónica con la naturaleza, profundamente comprometida con su preservación



...pequeñas unidades de peso pueden almacenar grandes cantidades de energía”.



8En estas circunstancias, ¿cómo asumir el desafío que usted señala de elaborar un pensamiento estratégico para recuperar la gestión económica y científica de los recursos naturales que posee la región?


Tal vez uno de los elementos centrales y punto de partida para cualquier estrategia es abandonar definitivamente el colonialismos mental, que es una de las dimensiones más profundas y violentas de la herencia colonial. Este colonialismo mental nos llevó a aceptar la idea de que no somos una región productora de conocimiento, de ciencia y de tecnología, pues esta era producida en Europa o en Estados Unidos y lo que cabía a nuestra región era simplemente reproducirla, “aplicarla” y difundirla. Esta visión, que en gran medida permanece en nuestro imaginario, impactó, y continúa impactando, diferentes dimensiones de los procesos políticos, económicos y culturales en América Latina.


En primer lugar, vemos que aún hay sectores importantes en la región que defienden tesis de siglos pasados como la que sostiene que nuestra región tiene una ventaja “competitiva” que es la posesión de enormes riquezas naturales y que, el lugar que debemos ocupar en el sistema mundial es el de exportadores de materias primas, aprovechando la actual coyuntura de precios altos en el mercado mundial de los llamados “commodities”, aun cuando luego tengamos que comprar los productos fabricados con las materias primas que exportamos. En un informe publicado en 2010 (Los Recursos naturales en América Latina y el Caribe: ¿Más allá de bonanza y crisis?) el Banco Mundial recomendaba que la región debería aprovechar mejor su condición de exportadora de materias primas, cuyo problema no estaba en la necesidad de desarrollar estrategias de industrialización o agregación de valor a las exportaciones, sino en saber administrar los ingresos de las ganancias extraordinarias producto de la bonanza de los precios de las materias primas en el mercado mundial.


A contrapelo a estas recomendaciones y a la vieja idea de que la región ocupa, y debe seguir ocupando, un lugar en la división internacional del trabajo como exportadora de materias primas sin valor agregado, la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, inició en 2012 una amplia discusión sobre la necesidad de elaborar una visión estratégica y una estrategia de aprovechamiento de los recursos naturales para el desarrollo integral de sus pueblos. Esta estrategia significa, desde nuestro punto de vista, recuperar la gestión económica, científica, social y ambiental de los recursos naturales que la región posee.


Si América del Sur consigue avanzar en la elaboración y materialización de una estrategia conjunta para la gestión soberana de sus recursos naturales orientada al pleno desarrollo de sus pueblos sin duda estaremos frente a uno de los hechos históricos más importantes de la región a lo largo de los últimos siglos.


9Estaríamos hablando de una soberanía sobre los recursos naturales que, a su vez, implica enfrentar una política estructurada sobre el manejo de estos recursos…


Ciertamente, se trata de una confrontación entre dos modelos de desarrollo, uno basado en la planificación y uso sustentable de los recursos naturales orientado a atender las necesidades de la mayoría de los actores sociales y el otro basado en la explotación y expropiación violenta y militarizada de estos recursos y de las fuerzas sociales y los pueblos que los detentan.


La cuestión ecológica y de la soberanía sobre los recursos naturales asumen así, un carácter radical y crean condiciones para una reapropiación social de la naturaleza, dentro del contexto de un proceso civilizatorio que aproxima los pueblos originarios de América Latina a los demás pueblos del mundo, para conformar lo que Theotonio Dos Santos ha llamado “civilización planetaria”, que tendrá que fundarse en una política de desarrollo global y sustentado de la humanidad, incorporando el poder del conocimiento de los varios pueblos y regiones. De esta manera, la gestión social, económica y científica de los recursos naturales asume un rol fundamental en el proceso civilizatorio de la humanidad y en la restructuración del capitalismo mundial, que desarrolla diferentes estrategias desde el centro, desde las potencias emergentes y desde los países que detentan estos recursos naturales.


El pensamiento crítico latinoamericano necesita romper tabúes, incorporando en su campo de análisis los avances científicos y tecnológicos del capitalismo contemporáneo, las nuevas matemáticas, los sistemas complejos auto-regulados, las tecnociencias del conocimiento y de la información y todos los avances que las nuevas ciencias colocan a disposición de la humanidad. Se trata de un proceso de apropiación y re-significación en el marco de proyectos políticos democráticos, humanistas y emancipadores, sea cual fuera el modelo concreto que estos adopten, y el grado de transformación social y política que estos propongan. Este proceso, que en gran medida las fuerzas dominantes definen, significa poner a disposición de las fuerzas progresistas un arma extremadamente poderosa al servicio de los proyectos colectivos de las grandes mayorías y de los pueblos de nuestra región.

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